miércoles, 2 de diciembre de 2020

La práctica docente

Por Analía Raimondo

Cuando hablamos de práctica docente nos imaginamos a una persona dentro de un aula enseñando a un grupo de alumnos. Si bien en líneas generales esto forma parte del quehacer docente, dicha práctica es tanto social como profesional, ya que la misma se desarrolla en las instituciones educativas, en el contacto con las autoridades, colegas, etc. El docente frente al aula planifica y gestiona constantemente, maneja los recursos, tiempos, espacios, debe afrontar situaciones de todo tipo, observa, evalúa, forma; pero también en este ejercicio de acción y pensamiento está la capacidad reflexiva y de autoevaluación, puede ser porque una clase no salió como queríamos, o porque un curso demostró más interés que otro en el desarrollo de la clase. Todo esto está sujeto a que la labor docente es una práctica situada, se interviene en la enseñanza con sujetos reales y en contextos reales, y muchas veces las situaciones que se atraviesan toman múltiples dimensiones. Por eso, la práctica docente presenta muchos desafíos, ya sea por que los cambios, las rutinas y los modos sociales varian a un ritmo vertiginoso, y en donde se deben desplegar estrategias pedagógicas concretas.

En los inicios de la cursada de la residencia las preguntas nos invadian: ¿cursar en pandemia?, ¿como serán nuestras observaciones?, ¿dar clases en la virtualidad?, de esta manera la pantalla y nuestros hogares se transformaron en los instrumentos de reemplazo de las tizas, el pizarrón y el aula / escuela. 

“Nuestras prácticas, son siempre prácticas contextuadas en una estructura social e institucional pero, al mismo tiempo, somos los sujetos los que, en última instancia, definimos en ella las actuaciones” (Pascuale, 2016:50).

Es así, que tanto nuestros docentes / coformadores de la residencia, debieron reformular y replanificar su práctica docente, adaptándose al contexto producido por el Covid-19, haciendo foco reflexivamente en los pro y contras de la educación y en las estrategias a desplegar para aquellos en lo que las tecnologías no los favorecían; pero también no dudaron en incorporarnos a su marco de virtualidad para el desarrollo fundamental de la residencia. Por nuestra parte, como futuros profesores, mediante las observaciones, el desarrollo de las categorías extraídas y de la "reflexión - acción", realizamos un proceso  de residencia nunca imaginado pero muy favorable, supiendonos adaptar a las complejidades del momento pero a su vez elaborando todo lo que ibamos desarrollando clase por clase. También, nuestras profesoras de cátedra se adaptaron totalmente al contexto, comprendieron los procesos y desarrollaron un marco pedagógico acorde a las inclemencias del momento, brindandonos su apoyo. Es así, que la práctica docente se renueva una vez más, frente a los profesores y coformadores para sí mismos y  para nosotros, un muy buen ejemplo del trabajo en común, entre alumnos y docentes.

“Enseñar hoy es ante todo, crear, inventar, innovar, re-crear en situación. Saber moverse en el desconcierto e incertidumbre que generan las escenas escolares actuales, sin quedar paralizados y poder seguir aprendiendo” (Alliaud, 2014:3).


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