miércoles, 18 de noviembre de 2020

La práctica docente en pandemia

Por Mario Sánchez

“¿Qué significa la práctica docente?” es una pregunta que está desprovista de intencionalidad en condiciones normales, pero, justamente, estamos en un mundo que ha cambiado las intersubjetividades.   

El significado de la práctica docente puede ser muy amplio y se podría circunscribir a espacios reducidos de debate; pero lo cierto es que cada persona lo vivencia de un modo particular, donde cada instante y cada lugar, cuenta. Se horizontalizaron las miradas desde las universidades e institutos de formación docentes y comenzaron a cambiar también los discursos.

Las experiencias de las prácticas docentes y las residencias son muy heterogéneas en términos de espacios, objetivos y actores involucrados, pero desde marzo pasado con el inicio de la pandemia por el Covid19 en Argentina, debemos introducir al debate las posibilidades de acceso a la virtualidad, como otros modos de pensar la inclusión al sistema educativo.

Entonces se transforma en un desafío pensar la práctica docente desde una clave de acceso libre y posible, o al menos, cerca de mejores oportunidades. 

La práctica docente no puede reflexionarse solo desde las propuestas de cátedra, sino también desde las condiciones socioeconómicas de cada une de les alumnes. 

Ese panorama debe ser tenido en cuenta, ya no solo desde la empatía individual, que puedan tener les docentes con su otre; tenemos que ir más allá, para ponernos en el lugar del que no puede acceder a espacios virtuales aunque tenga todas las posibilidades tecnológicas y las competencias simbólicas para ser parte. No alcanza con acceder a los aparatos o dispositivos, también es necesario conocerlos y saber cómo operarlos integralmente.

Sin embargo, hubo quienes nos lanzamos a la aventura de la práctica docente en este contexto y desde nuestras virtualidades trataremos de compartir una mirada que será sesgada, obviamente.

Las propuestas de trabajo aúlico pasaron a una dimensión olvidada, o al menos postergada. De aquí en adelante debemos pensar en “intervenciones” como un modo de dar clases, sin tiza y sin pizarrón. Pero eso no quiere decir que todo haya cambiado. Les alumnes estuvieron, están y estarán, nunca hay que olvidarse de ellos, aunque no puedan mantener el contacto virtual o presencial. 

Desde el espacio compartido con la compañera Analía Raimondo en la Residencia de Redacción Periodística II con los profesores Fabián Bergero y Luciano Maggio, hemos seleccionado algunas categorías iniciales de análisis que nos han problematizado y nos han interpelado sobre los nuevos modos de ver la Educación.

Una de las categorías seleccionadas en la observación fue Planificación y simultaneidad de la enseñanza. La planificación mutó también de su posición y desarrollo, de sus métodos usuales y de sus tiempos. 

Pensar las clases, obliga a les docente a proceder a la máxima que “todo el tiempo me tengo que rediseñar”. 

No hay tiempo para lamentaciones, la complejidad de las circunstancias nos arrincona a todes contra las necesidades de responder a los nuevos roles.

El contacto a través de la virtualidad es permanente y permea en otros tiempos sin pedir permiso o, por lo menos, permutado de modo tácito a un espacio de escenarios inéditos, repentizados.   

Que las clases virtuales tengan una continuidad fuera del horario académico establecido burocráticamente, no lo vimos como algo negativo, por el contrario, lo ponemos como un valor logrado por el equipo de cátedra, porque eso significa que han captado la atención de les alumnes.

Ese mismo interés, permite que haya -aquí otra categoría- Clase permanente y/o enseñanza extendida; donde la plataforma de la aplicación Whatsapp lo hace posible por su usabilidad, su versatilidad y por las posibilidades de conectividad permanente.

Las decisiones de ir compartiendo información y, al mismo tiempo, ir enseñando, formando, compartiendo contenido estrictamente periodístico, hace del espacio un foro de debate e intercambio permanente. Whatsapp es una red social y un aula virtual, donde hay estudiantes y docentes.  

Por otro lado, presentamos la Innovación y creatividad pedagógica como un rango que tiene origen en las formas de pensar la práctica docente. Para dar clases, hay que innovar y hay que ser creativos, pero no desde una posición absurda de esperar que caiga el hada mágica para mostrarnos el camino; sino desde el trabajo de actividades en la que la atención de les alumnes es central, desde donde mi pasión por lo que enseño está atravesada por el mismo apego a esos contenidos, que me son familiares pero sin embargo, no dejan de sorprenderme. 

No se puede mensurar la práctica docente, no alcanzarían las horas para expresar todas las sensaciones vividas en el transcurso de este tiempo, por eso solo podemos hacer un recorte de esta mirada e intentar respondernos y planteranos algunos interrogantes.   

Por ejemplo, la práctica docente también nos demanda una actitud acerca de ayudar a otres y legítimamente podríamos preguntarnos ¿para qué? La respuesta hoy está viva a flor de piel en las aulas virtuales, porque en muchos de los casos, con muchas personas, se ha perdido la comunicación. Sin comunicación no hay aprendizaje, no hay enseñanza, ni siquiera hay clases. Tampoco hay práctica docente.


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